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La nueva sede del Centro Episcopal Latinoamericano, un proyecto de Felipe Bermúdez, Miguel Ángel Lozano, Jesus Fiallo y Camilo Esguerra bajo el Lente de Jairo Llano, ha sido el Ganador del Premio Fernando Martínez Sanabria al mejor proyecto arquitectónico en la 29 Bienal Colombiana de arquitectura en 2024.
El Centro Episcopal Latinoamericano y del Caribe es más que nada un Monasterio preparado para los retos de la arquitectura contemporánea. Se habita como un edificio del S. XXI, pero nos transporta por la historia de esta tipología mediante la implantación y la sucesión de edificios con diferente nivel de privacidad.
Desde la Avenida se descubre un complejo de edificios que se acopla a la geografía de la montaña, el proyecto nos recibe con un volumen rectangular puro, cerrado en su mayoría, pero con un vano horizontal que nos invita a entrar y descubrirlo, a la vez crea una imagen de ligereza sobre el terreno
A medida que nos adentramos en el lote atravesando el edificio de forma peatonal por el interior o por la vía vehicular, entendemos esta sucesión de edificios como una sumatoria de usos y niveles de privacidad que da la sensación de estar en varios edificios a la vez.
La zonificación del proyecto
El primer grupo de edificios podríamos llamarlo el edificio del conocimiento: espacios de aprendizaje, salones, auditorio y biblioteca. Adicionalmente en los últimos pisos de esta zona están los espacios de reuniones y oficinas administrativas. Todo ello entorno a un patio inclinado, con vegetación nativa que invita a la contemplación. Este edificio esta destinado a los usos de la población flotante del proyecto.
En el medio entre la ciudad y la reserva forestal de la montaña encontramos la plaza y la capilla, el espacio “público” del proyecto que congrega a todas las personas habituales del edificio y que recibe una gran cantidad de personas externas que vienen los domingos o en ocasiones especiales para hacer la celebración de los ritos religiosos.
Por último, nos encontramos con un bloque nuevamente cerrado que representa el claustro, la zona privada, la vida de recogimiento. En estos cuatro pisos encontramos las habitaciones que se utilizan para religiosos o laicos que atienden a retiros o se encuentran en misión en el Centro. Tiene un patio central silencioso entorno al cual vemos la galería y en un extremo de estos corredores un oratorio de planta circular, con luz cenital, cerrado y acogedor; un espacio que invita a encontrar el centro de quien está allí, encontrándose con su espiritualidad.
Los materiales del edificio son un acierto para el mantenimiento del proyecto y son su vez un guiño con la historia arquitectónica de Bogotá, una ciudad ocre y terracota con una identidad visual muy fuerte.
Por eso los invito a ver la galería de fotografías que desde LLANO Fotografía les proponemos en este reportaje, una selección de las mejores tomas del proyecto, con un énfasis en la transformación de sus espacios a través del paso de las horas, del cambio de la temperatura y del silencio de la montaña.
Este edificio hay que verlo y de ser posible habitarlo, para encontrar la riqueza de sus sensaciones, sus texturas, la luz sobre los materiales, el viento que recorre sus patios, el olor de la vegetación en la mañana. El CELAM, es un proyecto único pero atado a la historia, a los monasterios de los siglos pasados, al conocimiento, el rito y el recogimiento.
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