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Una afirmación arquitectónica: El edificio como una ciudad que se transforma. Fundación Prada Milán.

  • Foto del escritor: Jairo Andrés Llano
    Jairo Andrés Llano
  • 5 jun
  • 5 Min. de lectura

Entre los edificios de Rem Koolhaas y sus entornos se produce un juego de teatralización de la ciudad que se superpone con la experimentación de sus edificios a partir de los sentidos, la vista, el tacto, el oido etc.


 Acceso Principal Fundación Prada Milán  © Llanofotografia
Acceso Principal Fundación Prada Milán © Llanofotografia

Estuve en la Fundación Prada en Milán, un proyecto terminado hacia el 2015 y realizado por el estudio OMA con Rem Koolhaas a la cabeza. Experimentar este proyecto me permitió acercarme nuevamente a sus postulados sobre la arquitectura y entender su visión urbana en un conjunto de edificios que crean un complejo cultural muy importante para la ciudad de Milán.


En esta visita, me encontré con una ciudad en miniatura, una vieja estructura de bodegas es el cascarón de varias intervenciones puntuales dentro de un lote que completa una manzana del trazado urbano. El acceso principal que puedes ver en la foto que encabeza esta publicación nos muestra esa grieta que se abre entre el pasado y el presente de esta pieza urbana.


Por un lado, las construcciones antiguas mantienen sus condiciones deterioradas en la fachada principal y, por otro, se asoma la gran galería metálica que será el nuevo centro para este complejo de edificios. Con este encuentro inicial, podemos ya imaginarnos la posición del arquitecto frente a la renovación urbana y su propuesta para este complejo cultural. Por una parte, el aprovechamiento de las estructuras ya existentes y, por otra, la reorganización espacial del vacío interior de la manzana.




La implantación como una ciudad viva


El área intervenida cuenta con un perímetro cerrado por las construcciones iniciales y un juego casi de rompecabezas dentro de un gran patio que se ha convertido en plazas, calles y pasadizos que conectan los diferentes edificios que cumplen con el programa de la Fundación Prada.


El proyecto está realizado a modo de plan maestro, lo que ha permitido que con el tiempo hayan aparecido nuevas estructuras como "la torre" y que el resultado actual tenga una superposición de tiempos, usos, materiales y estilos arquitectónicos. De esta forma, el tiempo y el desarrollo se parecen al de una ciudad; es un elemento vivo que se transforma y se actualiza para solucionar las nuevas necesidades que la estructura cultural requiere.


Es conocido que uno de los valores de Koolhaas es justamente aquel de no repetirse, o por lo menos el de crear soluciones arquitectónicas contextualizadas para su lugar y tiempo, dejando a un lado "el estilo" como un sello de su presencia en el espacio. Por ello, vemos aquí una diversidad de materiales que nos enriquecen la experiencia sensorial y habitacional (pensando en el habitar).


Los edificios como telón de fondo


Si nos fijamos bien en la materialidad externa de los edificios, tenemos la sensación de estar en un escenario. No por nada RK trabajó en sus inicios dentro de la industria cinematográfica, y algo de ello se refleja en todos sus proyectos.


En las fotografías de la primera galería que les enseño en este post, podemos ver cómo las fachadas de los edificios dialogan entre ellas y el posicionamiento de los volúmenes nos introduce en una escala casi teatral, donde la suma de paneles perpendiculares crea el escenario para la acción de la vida.




El conjunto de cajas gigantes se enriquece con la materialidad de sus acabados arquitectónicos, desde la pintura dorada como símbolo de lujo de un edificio original hasta los paneles de espuma de aluminio de la sala de exposiciones principal, convirtiendo lo que podría ser una fábrica de bodegas industriales en una intervención de arquitectura contemporánea que reta los sentidos y juega con los instintos sensoriales de quienes recorremos el proyecto.


El aluminio en espejo del auditorio principal, la pintura descascarada de las salas de exposiciones, el metal de la sala principal atraen las miradas, pero también la interpretación de los habitantes del proyecto. Desfilar ante el espejo, rascar el muro, meter el dedo en la espuma son todas acciones que han estado allí desde la cabeza misma del arquitecto y su equipo diseñador. Marcan una actitud propositiva del habitar, que crea una conexión explícita entre el arquitecto y los visitantes del proyecto.


La caja abierta


¿Mirar hacia adentro o mirar hacia afuera? La Fundación Prada de Milán es un complejo museográfico y centro de eventos creado para la promoción del arte contemporáneo, como sello de prestigio de la empresa italiana. Por ello, su naturaleza es la de mirar hacia adentro, crear espacios cerrados para la exhibición, aulas magnas, cubos blancos disponibles para el montaje, la intervención y la creación de los artistas.


Sin embargo, Koolhaas propone grandes espacios de planta libre, flexibles para la intervención con una relación asimétrica en la transparencia interior-exterior. Mientras los volúmenes delimitan la calle y la reflejan, sugieren el interior sin crear una permeabilidad visual de los espacios.


Por el contrario, desde el interior sí se crea una conexión permanente con los patios internos, resaltando la combinación de arquitecturas, tiempos construidos y paisaje: la caja abierta. El concepto que se impone retoma la idea de lo cinematográfico, hace que las fachadas sean unas pantallas de la vida exterior en donde el observador (el peatón o ciudadano de esa ciudad en miniatura) se convierte en el observado.


La caja abierta entonces crea la posibilidad de crear recorridos internos con cambios de perspectiva, recorridos intencionados y encuentros esporádicos que dan ritmo a la promenade del visitante de la exposición. Un juego magnífico teniendo en cuenta la dificultad de anticipar aquello que sucederá en el interior de la caja.




La arquitectura es un escenario de la vida


Para el 2025 Rem Koolhaas, que sigue trabajando con la marca, creó el escenario del Fall/Winter Prada Show, con una estructura efímera que cubría todo el depósito principal combinando un look industrial con alfombras tejidas, creando un estilo único y particular para este evento.


El proyecto continúa vivo, la transformación de los espacios es una constante que permite entender el alcance del proyecto como contenedor, como un escenario listo para transformarse constantemente para eventos temporales y algunos más permanentes.


La Fundación Prada es entonces una ciudad en miniatura que invita a ser recorrida de manera curiosa, que ofrece múltiples opciones de recorrido y que se transforma en cada visita. Hay una renovación permanente, una apuesta por el cambio, por el diálogo entre lo permanente y lo efímero, creando una actualización constante de las posibilidades de habitar el complejo.


OMA, en cabeza de Rem Koolhaas, deja una huella en medio de Milán, que no sólo es un edificio sino que es, como muchos de sus proyectos, un "statement" acerca de aquello que es y puede ser la arquitectura.

 
 
 

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