Cada encargo fotográfico tiene su encanto, pero tengo que confesar que las casas unifamiliares son uno de mis encargos favoritos. Y es justamente la dedicación que exige un proyecto como estos, lo que hace que me emocione.
A diferencia de otros proyectos urbanos, las Casas Unifamiliares como estas en Anapoima me invitan a recorrer, a caminar, a esperar. Es un ejercicio de contemplación que dura todo un día y que me permite saborear la luz que cae sobre los volúmenes.
El tiempo de la fotografía de arquitectura es el tiempo de la naturaleza, tiene horas y días y quien se plantea una labor como esta debe disfrutar de cada cambio, del rayo de sol que ilumina de manera contundente la casa como también de la resolana que exalta las aristas sin tanto protagonismo.
En este proyecto, esperar ha sido un placer, con un clima amable y mucha colaboración por parte del equipo de la obra, encontramos los mejores puntos de vista para el conjunto. Definitivamente, la confirmación de que me gusta lo que hago.