Centro del Japón

Desde antes de terminar su construcción, el volúmen negro que asomaba tras el cerramiento de la plazoleta sur de la Universidad de los Andes, me llamó mucho la atención. De hecho varios de mis amigos arquitectos también notaron la aparición de este proyecto cuya escala no es directamente proporcional a su riqueza espacial.

Una casa de tres pisos que se une con una casa de conservación en una plaza que durante años hizo las veces de parqueadero, se transformó con la visión de Maribel y Álvaro, de unos espacios laberínticos y cerrados en una galería cultural que representa esencialmente la arquitectura japonesa y su relación con el entorno. Es así como un volumen geométrico totalmente negro en su exterior se convierte en el refugio de la luz. El bloque "cerrado" se fue horadando de acuerdo al estudio riguroso del paso del tiempo y la luz del día en el lugar permitiendo que la presencia de la luz sea evidente para quienes habitan o visitan este edificio.

En mi trabajo personal la serie fotográfica Lúmenes he explorado este tema de la presencia de la luz en los espacios, fue por este mismo trabajo que al entrar en el Centro del Japón, tuve inmediatamente la sensación de estar en un pequeño templo. Dedique mi cámara unos momentos a encontrar el cielo, la luz, el afuera y el adentro. Álvaro me confirmó durante la entrevista que le hicimos para Vidrio Andino que las alturas de las ventanas invitaban a ver la ciudad de una forma particular, tanto así que nos llevó a uno de los puntos que más le gustan de su proyecto, ese en donde la ventana superior indica expresamente hacia Monserrate, un cerro icónico de la ciudad de Bogotá, una referencia para todos los que vivimos aquí de la zona en donde estamos, pues este punto es algo así como la estrella del norte para navegar la ciudad.

El Edificio ganador de la Bienal Colombiana de arquitectura, sorprende por su perfecto empalme con la casa de conservación en la cual se emplazaba, pero además no se queda en lo evidente, en el corredor y la unión de materiales, también sorprende con sus recorridos y revela dos auditorios uno exterior en el patio de la casa y otro interior justo debajo de este, con un salón bañado en la luz que proporciona la dilatación de su propio volumen con los muros de contención del patio, Sí efectivamente este auditorio interior se encuentra por debajo del nivel del piso y amplía el área total del proyecto sin afectar la composición tipológica y de alturas que se necesitaba por la normativa del sector.

No puedo yo, en calidad de arquitecto y fotógrafo de arquitectura, dar un veredicto, es más la Sociedad Colombiana de arquitectos y un jurado calificado lo han hecho público, pero si puedo decir que pasear este proyecto produce una calma amable, conecta con los materiales, con el espacio y con la luz. Te trae al aquí y el ahora dejando en el aire una pluma, que vuela ligera como en una escena de una película en donde todo parece que será mejor.